domingo, 17 de junio de 2012

NOTICIA: La supervivencia de los bolos maragatos

El club recién creado investiga las variedades del juego popular y a la vez desconocido
M.A. Reinares / Valdespino
Ricardo Fernández de Val de San Lorenzo
 lanzando la bola al modo de ‘la poza’
 en el juego disputado en Valdespino. REINARES
El juego de los bolos maragatos está en peligro de extinción, como el rabel en León o la lengua tlahuica de México. Este patrimonio inmaterial de la Maragatería es una rara variedad que un grupo de hombres y mujeres de la comarca se resiste a que desaparezca. El Club Deportivo de Bolos Maragatos acaba de ver la luz gracias al tesón de un grupo de aficionados que ha logrado organizar el I Campeonato Comarcal.
Nunca antes los maragatos se habían unido para mostrar -más que para disputar- la riqueza de su juego más popular y a la vez más desconocido. El éxito del campeonato está en que los jóvenes de pueblos como Filiel -donde el riesgo de desaparición es más que evidente- se hayan puesto a preguntar a sus mayores cómo se jugaba a los bolos al pie del Teleno, para participar en la próxima edición, porque en ningún pueblo se juega igual, existen tantas variedades como poblaciones en Maragatería.
Esta inmensa herencia de una seña de identidad cuyo origen se pierde en la memoria de los mayores, está hoy depositada en el club presidido por Javier Gallego, de Val de San Lorenzo, y por Amando Alonso, de Murias de Rechivaldo. La asociación nació el pasado mes de septiembre y hoy cuenta con un ‘medio ciento’ de socios dispuestos a pelear por la supervivencia de los bolos.

Lucha contra el tiempo. Si en la próxima década los maragatos no dejan documentadas las múltiples referencias de este deporte autóctono, su pérdida se llevará consigo un habla: abudrillar, aguzadera, cuatra, gata (o jata), inturcia, puchaca, reslai... Conscientes de la responsabilidad que tienen en sus manos, los miembros del club allá donde va a disputar recogen documentación o graban en sus memorias las modalidades. De todo este trabajo de investigación saldrá un libro que recoja todas las variedades posibles.
El campeonato comenzó el sábado pasado en Valdespino de Somoza. Allí la familia de Nito Ares ha logrado formar un equipo. En este pueblo como en todos, aunque se hayan despoblado, la ‘piedra’ de los bolos hoy preside la plaza (en Prada de la Sierra todavía la encontramos al lado de la fuente romana). En Valdespino, Antonio Pacios ha sido el encargado de recopilar el reglamento acudiendo a las fuentes orales del pueblo como Antolín Seco, Manuel de Arriba, Miguel García Bolaños y Emiliano Ares. Su propósito con este trabajo de campo realizado en el año 2000 lo tenía muy claro, “que las ramas de nuestro tronco que se hayan ido o nacido por el mundo entero, si así lo desean, no arranquen sus raíces de la tierra porque les servirá de referencia, de terreno en el que fijarlas, de caldo de cultivo de sus sentimientos y de sus relaciones, y porque necesitamos un trozo pequeño de tierra que no dé calor y fuerzas”, resume Antonio Pacios en la introducción del Reglamento del Juego de Bolos en Valdespino de Somoza.
Otros trabajos de campo. En Val de San Lorenzo, el recopilador de la modalidad fue Guillermo Lozano Rodríguez. En un pequeño libro de 1985 recogió todos los detalles: el campo de juego dividido en dos zonas, la de lanzamiento y la de tanteo; el material: la piedra, los bolos, las cuatras y las bolas que nunca son esféricas o semiesféricas, sino que tienen la forma de un ladrillo; el modo de tanteo y los distintos detiradas, desde las pozas, la real por más, la caro, entre otras.
Las referencias bibliográficas sobre los bolos maragatos son muy escasas. En 1988 el Centro de Estudios Astorganos Marcelo Macías editó el premio de investigación sobre el tema realizado por Natividad Cordero Monroy y J. Carlos Pérez Magaz.
Ricardo Fernández en el Museo Etnográfico Provincial de León.
Actividad: "Pieza del Mes" agosto 2011


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