Toño Bardón, de Guisatecha, con las ovejas que ha seleccionado para quedarse con ellas y entretenerse después de la jubilación. / MAURICIO PEÑA |
Fulgencio Fernández | 01/11/2015
Toño ‘el pastor de Guisatecha’ lleva 30 años con las ovejas, un oficio que le gusta pero que está muy mal. Se rinde, el día 12 hace 65 años y "no espero ni un día más, se ha puesto más que imposible"
Lo dice sin dudar: «El día 12 de diciembre cumplo 65 años y ese mismo día me retiro, no espero ni media hora más. Para perder dinero, que lo pierda el Gobierno, porque para mi tener las ovejas en invierno es perder dinero». Lo dice convencido, es Toño Bardón, uno de los últimos ganaderos de oveja de Omaña, de Guisatecha, su pueblo. No está cansado, le gusta su oficio, «y cuando esté jubilado voy a seguir andando 8 ó 10 kilómetros diarios por el monte, no lo dudes». Pero se rinde. «Entre los precios, que son ridículos, que en todo el invierno no vendes nada y la cantidad de papeles que te piden... anda hombre».
Lleva 30 años con las ovejas, le quedan más de 200, a las que ya buscó salida, llegó a tener más de 400. «No es cuestión de tener por tener, 420 ó 430 son las que yo puedo atender, porque yo las cuido, estoy con ellas. Y esas mismas son para las que hay terreno, que aquí el terreno es el que es».
- ¿Y el invierno?
- Pues si viene bueno, mejor; y si viene malo, te fastidias, pero yo no he sido nunca de los de bajar a la Ribera ni de subir a los puertos. Yo con rebaño como toda la vida en estos pueblos, cuando había vecera, lo que pasa es que ahora la vecera la tengo yo.
Toño es pastor a la vieja usanza. Da tabardo, cacha, mastín y radio. «Sí es verdad, la radio me entretiene mucho, pero no me da nada de miedo estar solo, pensando en mis cosas, escuchando...».
Con 14 años me fui a Madrid a trabajar, no tenía ningún derecho, han pasado cincuenta años y estoy igual. Y viaja con los recuerdos a cuando decidió dedicarse a las ovejas. «En casa siempre hubo ganado, y me gustaba, pero eran vacas».
Como todos los chavales de nuestro León rural un día ‘aventó’ los vientos de la aventura y con catorce años se fue para Madrid, a buscarse la vida. «Entré de botones en un restaurante, pero no aguanté demasiado porque aquello era duro para nada. El otro día, con esto de jubilarme, lo pensaba: Entonces no teníamos ningún derecho y ahora nos los han quitado. Estamos otra vez en el mismo punto».
Punto fijo del que no sale cuando recuerda por qué se decidió por las ovejas. «Las vacas también me gustaban y era lo que había en casa. Pero la inversión necesaria era mucho mayor y la leche tenía muchos problemas entonces (1985); es decir, estaban como ahora, tampoco en esto parece que ha pasado el tiempo».
Había estado también unos años trabajando en la autopista pero «me gustó lo de las ovejas, ser independiente, ser mi propio jefe».
Reconoce Toño Bardón que no fueron malos los inicios, que no eran malos tiempos para este tipo de ganadería. «Es cierto, hubo 15 ó 20 años que era rentable, le sacabas rendimiento, que es lo único que pides, pero después empezó una cuesta abajo tremenda. Y sigue sin acabarse la pendiente. Ahora mismo en invierno pierdes dinero. Después de aquellos años buenos, que vendías todo el año, llegaron unos en los que vendías por el verano y te ibas arreglando pero ahora es que ya ni el verano es lo que era». Por eso él se apea, antes de que llegue el invierno, en todos los sentidos.
Pero no se va cansado del ganado sino de la administración, de la situación de los ganaderos, del olvido de tantos. De hecho, explica, «me voy a quedar con 8 ó 10 ovejas, para entretenerme, para ir con ellas al monte, para que limpien paciendo los terrenos de alrededor de la nave y la casa y no se conviertan en maleza y para si un día quieres comer un buen cordero tenerlo». E insiste, «que yo voy a seguir pateando el monte, que me encanta, lo que no me gusta es andar por las carreteras, me siento incómodo, como la soledad del monte... ¿Has visto cómo está estos días de otoño?».
- ¿Y los lobos?
- Ahí están.
- ¿Los ves?
- No los ves, te ven ellos a tí, el lobo es el animal más listo que te puedes echar a la cara.
- ¿Y los sientes?
- Yo no tanto, pero los perros se vuelven locos cuando sienten que están cerca.
- ¿Te han hecho mucho daño?
- Es la ley de vida del monte.
- ¿Eres cazador?
- Lo fui.
- ¿Te cansaste?
- Cuando empecé con el ganado y a disfrutar del monte como que lo miraba de otra manera lo de cazar. Y cada vez está peor, ahora lo de la caza es casi un seguro de accidente, sale mucha gente que tiene mucho miedo y nada más que se mueve algo dispara... Y no siempre es un jabalí.
Toño Bardón camina por el monte con una agilidad impropia de quien está a las puertas de la jubilación.
- No fumarás.
- Ahora no, fume mucho, pero lo dejé radical.
- ¿El médico?
- No, el tute y el mus. Es el vicio que tengo, la partida, y eso de salir a la calle a fumar, debajo de las goteras, no me gustó nada. Tenía que elegir entre el mus y el tabaco y elegí.
- Serás el campeón del mundo del mus o, al menos, de Omaña.
- Del mundo, con Elena la del bar de El Castillo es muy difícil que nos ganen, posible sí, pero complicado.
Lleva 30 años con las ovejas, le quedan más de 200, a las que ya buscó salida, llegó a tener más de 400. «No es cuestión de tener por tener, 420 ó 430 son las que yo puedo atender, porque yo las cuido, estoy con ellas. Y esas mismas son para las que hay terreno, que aquí el terreno es el que es».
- ¿Y el invierno?
- Pues si viene bueno, mejor; y si viene malo, te fastidias, pero yo no he sido nunca de los de bajar a la Ribera ni de subir a los puertos. Yo con rebaño como toda la vida en estos pueblos, cuando había vecera, lo que pasa es que ahora la vecera la tengo yo.
Toño es pastor a la vieja usanza. Da tabardo, cacha, mastín y radio. «Sí es verdad, la radio me entretiene mucho, pero no me da nada de miedo estar solo, pensando en mis cosas, escuchando...».
Con 14 años me fui a Madrid a trabajar, no tenía ningún derecho, han pasado cincuenta años y estoy igual. Y viaja con los recuerdos a cuando decidió dedicarse a las ovejas. «En casa siempre hubo ganado, y me gustaba, pero eran vacas».
Como todos los chavales de nuestro León rural un día ‘aventó’ los vientos de la aventura y con catorce años se fue para Madrid, a buscarse la vida. «Entré de botones en un restaurante, pero no aguanté demasiado porque aquello era duro para nada. El otro día, con esto de jubilarme, lo pensaba: Entonces no teníamos ningún derecho y ahora nos los han quitado. Estamos otra vez en el mismo punto».
Punto fijo del que no sale cuando recuerda por qué se decidió por las ovejas. «Las vacas también me gustaban y era lo que había en casa. Pero la inversión necesaria era mucho mayor y la leche tenía muchos problemas entonces (1985); es decir, estaban como ahora, tampoco en esto parece que ha pasado el tiempo».
Había estado también unos años trabajando en la autopista pero «me gustó lo de las ovejas, ser independiente, ser mi propio jefe».
Reconoce Toño Bardón que no fueron malos los inicios, que no eran malos tiempos para este tipo de ganadería. «Es cierto, hubo 15 ó 20 años que era rentable, le sacabas rendimiento, que es lo único que pides, pero después empezó una cuesta abajo tremenda. Y sigue sin acabarse la pendiente. Ahora mismo en invierno pierdes dinero. Después de aquellos años buenos, que vendías todo el año, llegaron unos en los que vendías por el verano y te ibas arreglando pero ahora es que ya ni el verano es lo que era». Por eso él se apea, antes de que llegue el invierno, en todos los sentidos.
Pero no se va cansado del ganado sino de la administración, de la situación de los ganaderos, del olvido de tantos. De hecho, explica, «me voy a quedar con 8 ó 10 ovejas, para entretenerme, para ir con ellas al monte, para que limpien paciendo los terrenos de alrededor de la nave y la casa y no se conviertan en maleza y para si un día quieres comer un buen cordero tenerlo». E insiste, «que yo voy a seguir pateando el monte, que me encanta, lo que no me gusta es andar por las carreteras, me siento incómodo, como la soledad del monte... ¿Has visto cómo está estos días de otoño?».
- ¿Y los lobos?
- Ahí están.
- ¿Los ves?
- No los ves, te ven ellos a tí, el lobo es el animal más listo que te puedes echar a la cara.
- ¿Y los sientes?
- Yo no tanto, pero los perros se vuelven locos cuando sienten que están cerca.
- ¿Te han hecho mucho daño?
- Es la ley de vida del monte.
- ¿Eres cazador?
- Lo fui.
- ¿Te cansaste?
- Cuando empecé con el ganado y a disfrutar del monte como que lo miraba de otra manera lo de cazar. Y cada vez está peor, ahora lo de la caza es casi un seguro de accidente, sale mucha gente que tiene mucho miedo y nada más que se mueve algo dispara... Y no siempre es un jabalí.
Toño Bardón camina por el monte con una agilidad impropia de quien está a las puertas de la jubilación.
- No fumarás.
- Ahora no, fume mucho, pero lo dejé radical.
- ¿El médico?
- No, el tute y el mus. Es el vicio que tengo, la partida, y eso de salir a la calle a fumar, debajo de las goteras, no me gustó nada. Tenía que elegir entre el mus y el tabaco y elegí.
- Serás el campeón del mundo del mus o, al menos, de Omaña.
- Del mundo, con Elena la del bar de El Castillo es muy difícil que nos ganen, posible sí, pero complicado.
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