La Campana Laurentina de San Isidoro, la más antigua de León |
En
algunos pueblos y ciudades van tañendo las campanas como en las mañanas de la
infancia; recuerdos y nostalgias que la memoria guarda sabedora de que hay
cosas importantes, muy importantes en la vida. Una de ellas, era ese esperar
del repicar de las campanas, que era como ahora el teléfono móvil; todo el mundo atento a lo que decían las lenguas de bronce.
Desde muy temprano, las campanas acompañaban los desayunos; tan pronto era
toque de misa diaria, como llamada a concejo, a muerto, a gloria, si el difunto
era un niño o niña…
Fabricar campanas no
era fácil en aquellos años, como tampoco lo es ahora. Hace falta una gran
experiencia en fundiciones de metales,
así como tener mucha pericia al fabricar moldes y coladas que sean buenas.
El
último taller romano de fundición de campanas
cerró en 1993, después de 500
años.
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Explicación de cómo se hacían las campanas.
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Los
maestros fundidores de renombre siguieron con sus fábricas y
enseñaron a sus generaciones el arte de fundir campanas.
Moldes de campanas. |
No solo en iglesias,
también ayuntamientos, colegios, plazas y algunas calles, tienen y tuvieron
campana. Las campanas, ya eran conocidas de los pueblos egipcios y
asiáticos en forma de campanillas y usadas también por los griegos y los
romanos. Fueron adoptadas por la Iglesia católica para convocar a los fieles
por lo menos desde el siglo V.
Perfilado del molde de arcilla de la campana con la terraja |
La historia
nos lleva a las primeras campanas hechas de bronce y con badajo de hierro
que fueron introducidas por el cristianismo implantándose por primera vez
en Italia en el S.VI de la mano de los monjes benedictinos. En el S.XII la
fabricación de las campanas pasó a manos de los laicos; se hicieron más grandes
y se construyeron torres para colocarlas para que su sonido se pudiera escuchar
más lejos. Cuanto más grandes y altas, mejor escuchaban su sonido los
lugareños. Ya mucho más para acá, había fundidores ambulantes que llegaban a
los pueblos para fabricar a pie de obra las campanas. Para ello, hacían un gran
hoyo en el suelo y a partir de ahí, empezaban el molde, la fundición y el
colado de la campana.
A finales del siglo XIX, fundidores y aprendices.
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Luego había que subirlas al lugar, generalmente una torre,
y asegurarse de estar bien sujetas a un
cabezal por los yugos de madera reforzados con hierros, y correajes al cigoñal.
Un cartel anunciador de un fabricante
de
Campanas de Salamanca muy afamado.
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Maestros Fundidores.
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Los toques y sones de las campanas requieren de una gran maestría, ya quedan
pocos maestros campaneros que sepan repicar con habilidad y con distintos
pulsos. El lenguaje de las campanas daría para un montón de texto; aquí solo
hablaremos de aquellos toques más necesarios y ancestrales, aquellos donde las
poblaciones sabían identificar las llamadas según la forma de tocar las campanas.
Para "mostrar" las horas, y así fueron relojes colectivos, para
"llamar al rezo" en el mundo de las horas canónicas, para informar al
pueblo de todo tipo de avisos y noticias, para cantar alegrías y aliviar las
penas en las despedidas últimas…
La
campana como reloj público. Al despertar el día, la torre de la iglesia daba
"el toque del alba", como un gallo… kikiricando. Al mediodía, bajaba
un ángel con su dedo de silencio, y ponía en los labios de todos los beatos un
"Ave María", y un descanso. Independientemente de los toques
eclesiásticos, existían otros muy importantes para las poblaciones. Llamada a
concejo: para citar a los vecinos a la reunión ciudadana. Toque de
"arrebato": sólo con la campana mayor o grande y a buen ritmo y sin
parar durante mucho tiempo (10 ó 15 minutos) hasta que la gente acudía al lugar
del siniestro, que normalmente era fuego. Toque de muerte: toque impulsado por
cuerda a dos campanas. Al final dos toques si era mujer y tres toques si era
hombre indicaban el sexo del fallecido. Toque de "perdido": se tocaba
cuando se perdía alguna persona. Es un toque combinado de las tres campanas.
Una curiosidad…En 1.928 un rayo
derribó las campanas
de la Iglesia Parroquial de Andoain.
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Toque de tormenta (en algunos sitios llamado "tente nube"):
el campanero, desde su puesto privilegiado tenía la obligación de avisar a los
vecinos cuando venía una tormenta. La gente, al oírlo, se refugiaba en las
casetas del monte o regresaba al pueblo. Se trata de un toque combinado de las
tres campanas. Se solía tocar dos veces. Toque de fuego: en tiempos pasados no
era raro que se produjese el incendio de algún pajar, casa o campo. Normalmente
el campanero indicaba a la gente mediante gritos el lugar del fuego. Era un
toque muy acelerado con la campana grande, que comenzaba con tres toques
separados. Toque de fiesta: se tocaba en celebraciones especiales.
En el
repique se tocan las tres campanas combinando la grande y pequeña por un lado y
la mediana por otro. La fiesta de los Quintos: prácticamente, este era el único
momento del año en que se permitía tocar las campanas a personas fuera de la
familia o que no fueran de confianza de los campaneros, ya que los quintos
subían con gran ilusión a tocar las campanas.
Aquí en nuestra querida provincia contamos con grandes
campanas y muy antiguas. Una de ellas es la campana Laurentina del claustro Isidoriano que se fabricó en el año
1.085. Otros campanarios importantes son los de la Catedral de León, la de
Lois, Santa María, Santa Ana, San Martín, San Marcelo…Como curiosidad les
comento que la campana más grande del mundo está en Rusia; la campana pesa 216
toneladas, con una altura de 6,14 metros y un diámetro de 6,6 metros. Fue
fundida en bronce por
los maestros Iván Motorin y su hijo Mijaíl
entre 1733 y 1735, se exhibe en
el Kremlin de Moscú. Se
acuerdan de aquella canción de Joselito “Campanera”…“¡¡ Por qué han pintao tus
ojeras la flor de lirio real, porque te has puesto de cera ¡ay campanera!
porqué será. ¡Ay campanera!, aunque la gente no quiera. Tú eres la mejor de las
mujeres porque te hizo dios su pregonera. ¡Ay campanera! desde el amante, mis
penas. Con la bendición de los altares como mando yo…son compañeras!!”
Toda
una saga de fundidores de Campanas.
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Muy interesante.
ResponderEliminarCuanta vida giraba alrededor de las campanas. José Fernández.Oviedo.
ResponderEliminarGracias por este monográfico tan interesante y sobre esta artesanía u oficio que se va perdiendo. A pesar de que ahora existan otros medios de aviso, creo que a cualquiera le sigue encantando escuchar las horas a través de las campanas: transmiten algo entrañable. Incluso no siendo religioso, a mí me gusta oir el toque a la misa, como en otros países me gusta oír al muecín desde el alminar (o "minarete", como galicismo también usado).
ResponderEliminarUn abrazo, Toño
Muy interesante, Toño. En Palencia siempre te sorprende el repicar de éstas...un lujo.
ResponderEliminarAbrazos y gracias por compartir temas tan interesantes.
Cuando leo estas lineas siento nostalgia de la aparente sencillez de antaño. Gracias Toño por seguir recordandonos las grandes anécdotas que olvidamos!
ResponderEliminarMuy interesante, Toño
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