Vista general del cuidado museo etnográfico ‘Los telares de Toño’ que José Antonio Fernández ha montado en un edificio propio. | ALEJANDRO DÍEZ SIERRA |
lanuevacronica.com
«Trabajé en Bilbao casi toda la vida, venía a Argovejo en vacaciones. Pero cuando me jubilé, hace una década, cumplí el sueño de volver al pueblo y me puse a hacer una cosa que me apetecía mucho: coleccionar piezas que me recordaran mi vida en el pueblo, herramientas de trabajo, útiles... y poco a poco fue creciendo la colección. Me daba en la cabeza que tenía que hacer algo así». Así explica José Antonio Fernández, Toño el de Argovejo, cóm
o pasó de «recoger telares» a montar un verdadero museo, realmente cuidado y ordenado, que ha querido poner a disposición de sus vecinos y todo el que lo quiera visitar. No hay más que llamarle por teléfono y él te lo enseña, explica... Es el nuevo Museo Etnográfico de Argovejo de ‘Los telares de Toño’, que aunque lleva abierto desde 2017 ha reabierto con nuevas piezas y más ordenado.
«Trabajé en Bilbao casi toda la vida, venía a Argovejo en vacaciones. Pero cuando me jubilé, hace una década, cumplí el sueño de volver al pueblo y me puse a hacer una cosa que me apetecía mucho: coleccionar piezas que me recordaran mi vida en el pueblo, herramientas de trabajo, útiles... y poco a poco fue creciendo la colección. Me daba en la cabeza que tenía que hacer algo así». Así explica José Antonio Fernández, Toño el de Argovejo, cóm
o pasó de «recoger telares» a montar un verdadero museo, realmente cuidado y ordenado, que ha querido poner a disposición de sus vecinos y todo el que lo quiera visitar. No hay más que llamarle por teléfono y él te lo enseña, explica... Es el nuevo Museo Etnográfico de Argovejo de ‘Los telares de Toño’, que aunque lleva abierto desde 2017 ha reabierto con nuevas piezas y más ordenado.
Explica este generoso vecino de Argovejo que utiliza la palabra telar en el sentido que se le da en el ‘Léxico leonés actual’: «Telar: m. Trasto, chisme, en plural: objetos diversos en desorden», aunque vaya por delante que lo de desorden nada tiene que ver con su museo. «La verdad es que siempre fui muy meticuloso en mi trabajo y me he preocupado de que esté todo bien organizado, en orden, por materias, bien explicado».
- ¿Cómo te has hecho con ellas?
- De todo un poco. Algunas las tenía en casa, otras me las dieron los vecinos, tratando con anticuarios de segundo y tercer orden, en rastrillos y mercadillos... una labor de hormiga. Ahora hay gente que viene a visitarlo y son ellos los que me ofrecen piezas al ver que aquí no hay ningún afán de lucro sino de ofrecer un aliciente más a este pueblo, que tiene otros importantes como el Hayedo del Río Achín, o picos como Cerroso, Aguasalio o Los Janos, y su gente, muy importante.
El museo muestra algo más de 500 piezas, «tengo más pero cuento con un espacio determinado y, por ejemplo, piezas grandes como trillos no los puedo mostrar». Y cuenta cómo montó el edificio. «Al regresar al pueblo había comprado una vieja cuadra con pajar pero en las nevadas de 2015 se cargaron los tejados de nieve y pensé que se hundía todo. Al pasar la nevada me puse a arreglarlo y así lo arreglé.
Y se ha convertido en un caserón de piedra de esta comarca acondicionado con mucho gusto y aprovechando el espacio para museo. «He tratado de que esté recogido el modo de vida de la Montaña Oriental de León: desde herramientas y aperos, hasta objetos de la vida cotidiana, pasando por material de enseñanza, piezas de ajuar y juguetes. Quien recuerde y haya usado objetos como la ceranda, la gachapa, los cabijos, el escreño, la lámpara de carburo o la matraca disfrutará enormemente de la colección, mientras que para quien nunca ha usado y desconoce la mayoría de artilugios expuestos supone una oportunidad de acercarse a la forma de vida y las tradiciones de esta montaña leonesa nuestra».
- ¿Te atreverías con alguna pieza especial?
- Es complicado. Para mí especiales son muchas y por muchos motivos. Algunas porque me recuerdan épocas de mi infancia, que siempre es muy entrañable; otras porque te las ha dado alguien especial para mí y, en general, aquellas vinculadas a trabajos y formas de vida de los años 50 y 60 porque me llevan hasta la infancia y ya sabes que la infancia en los pueblos siempre es una etapa feliz. O, al menos, así la recuerdas».
Y este legado de su generosidad lo ha puesto a disposición del pueblo y sus visitantes, como un aliciente más. Por Argovejo hay tablillas que anuncian el Museo Etnográfico ‘Los telares de Toño’ en los que figura su teléfono. «Si no estoy en el museo me llaman y les enseño encantado lo que allí está recogido».
Un aliciente añadido a los telares de Toño... las propias explicaciones de Toño... el de Argovejo.
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