COLABORACIÓN: PREGÓN JORNADAS MEDIEVALES MANSILLA 2013 y Actividades Espacio Oralidad y Tradición
PREGÓN DE LAS XX JORNADAS MEDIEVALES DE MANSILLA DE
LAS MULAS
por Crispín d’Olot
NOTA EDITORIAL: Este pregón fue efectuado el día 27 de Julio de 2013 a
las 20 h. en la Plaza del Grano de Mansilla de las Mulas por el Juglar Crispín
D’Olot en las XX Jornadas Medievales, en las que también fue invitado por el Ayuntamiento
de Mansilla de las Mulas y el Museo Etnográfico Provincial a presentar en la
propuesta del Espacio de Oralidad y Tradición su disco “Cantos de Zanfoña”.
Agradecemos la gentileza y participación del Juglar así como la de todos los artesanos, actores, colaboradores, participantes,etc.. sin los cuales no hubiera cobrado vida esta propuesta de ORALIDAD Y TRADICIÓN y añadimos al final una sección de las actividades realizadas durante el día.
¿Quién fuera tu
hijo ¡Mansilla!,
de tus tierras
trovador,
para cantar tu
leyenda
y tu historia
con amor?
¿Quién fuera de
tus riberas
un humilde
ruiseñor
para tejer con
sus trinos
grato y humilde
pregón
y publicar tu
grandeza
sin pompa ni
ostentación?
¿Quién fuera de
nuevo niño
que temblando de
emoción
en la penumbra
bendita
de la ermita en
oración
solicitase a la
Virgen
la sencilla
inspiración
para juntar unos
versos
que sirviesen de
baldón,
para adornar con
palabras
nacidas del
corazón
tu maravilla,
¡Mansilla!,
con dulce y
sentida voz.
Y aunque la infancia dichosa
el tiempo se la
tragó
Virgen de la
Gracia, madre,
da a mi lengua
inspiración.
para poder
retratarte,
¡Mansilla!, como
un pintor,
para plasmar tu
hermosura
cual la del
primer amor.
Bella villa de
Mansilla
de las Mulas,
¡Oh, primor!
tus mayores te
elevaron
entre cantos y
labor;
el cielo azul te
dio fe
y el Esla te
bautizó
(Esla, muralla
de agua
que medita tu
esplendor
y cerca tierra
de campos
en perpetua
procesión).
Albergue de
peregrinos,
arca de la
tradición,
tu fértil vega y
tu campo
dan envidia al
mismo sol.
Yo quisiera ser,
¡Mansilla!,
con manso
acento, tu voz.
Que deleite tus
murallas,
altura, piedra y
honor,
custodiando tu
callejas,
con gesto
batallador
como aguardando
el regreso
de los reyes de
León.
Qué delicia la
firmeza
de tus cubos en
redor,
altaneros y
gallados,
como advirtiendo
al ladrón
que en masilla
sólo hay sitio
para los hombres
de pro.
Que delicia tu Postigo,
rumbo al Esla
corredor,
sobre el camino
empedrado
del tiempo en
el corazón.
En la Puerta del
Castillo
y en la de La
Concepción
me paro a
escuchar rumores,
medito con
emoción:
¿Cuántos besos?,
¿cuántos poemas?,
¿cuántas
historias de amor,
si estas puertas
conversaran
traerían a
colación?;
¿cuántas vidas?,
¿cuántas muertes?,
¿Cuánta alegría
y dolor?
Arco de Santa
María,
qué grato con tu
farol
y una señal de
sentido
preferente al
conductor,
señal de que
eres ya viejo
como aquel
pagano dios.
Qué amena, plaza
del grano,
campesino
corazón,
maestra de
soportales,
de sombra y paz
surtidor,
donde se fuma y
se mira
deshilarse un
chaparrón
mientras se
merca, se trata
y se arregla la
nación.
Qué placer el
puente antiguo
de ignorado
constructor,
tu calzada, tu
museo,
divisa de mi
región;
es para ellos mi
lira,
mi pluma y mi
admiración
pero no quiero
acabar
sin hacer una
mención
a todos los
mansilleses
que están lejos
de León
y de su madre
Mansilla
como hijos de
Sión.
No olvidéis
nunca su vega
ni su campo ni
su alfoz
ni sus mujeres
bonitas
ni su historia y
su blasón
ni a esa pícara
Justina
que justa fama
os dio.
Ardua es la tarea de detenerse en medio del carnaval
de la vida, tomar la pluma y, en el torbellino
de las servidumbres que ésta nos impone, escribir un pregón para tal o cual
pueblo, villa o ciudad. Uno se pasa el año con sus cuatro estaciones –porque no
tiene más- actuando de aquí para allá, hecho Odiseo de los caminos de la piel de
toro, hablando y conversando, narrando y contando historias y cuando le llega la hora de sentarse delante
de una página en blanco y escribir, ¡oh albricias!, suelen las ideas huir de la
cabeza como las ratas cuando abandonan el barco. Las letras, como las mujeres,
hay que tratarlas con cierta frecuencia o puede suceder que cuando uno vuelve a
ellas, ya no lo conozcan.
Así estaba yo cuando me encomendaron desde
el ayuntamiento de Mansilla de las Mulas el pregón de las vigésimas jornadas
medievales de esta notable y notoria localidad leonesa, y hete aquí que,
conforme a lo dicho anteriormente, me veo pluma en mano -la otra muy apretada
bajo la barbilla- intentando llamar la atención
de las caprichosas musas del Parnaso, siendo las ingratas sordas a mis ruegos y
siendo mis logros literarios más
notables frases como: ¡Gentes nobles de la fecunda Mansilla, salve! o
¡Mansilleses y mansillesas, buenas gentes de León! y otras de la misma calidad
y estilo. Ante esta falta de éxito con
las hijas del dios Apolo, decidí salir a la calle a estirar un poco las zancas por
ver si el aire suave del crepúsculo me despejaba las entendederas, cuando me topé con un albañil amigo mío que me preguntó a
dónde iba y porqué mi cara parecía un poema; le respondí que si bien mi cara
era un poema no era capaz de pasar el poema de la cara a la cuartilla y que
estaba urgido a redactar un pregón pero que tenía menos inspiración que una gallina
clueca.
- Eso de los
pregones es –me dijo- como cuando la
tierra parió un topo.
-¿Cómo cuando la
tierra parió un topo?-, le increpé, pensando que tal vez se refería al topo que
de noche derribaba los cimentos de la catedral de León, como se lee en la
pícara Justina.
- No, -prosiguió
con severo acento-, un día bramó la tierra, formó un formidable volcán y cuando todos
rezaban por la salvación de su alma, lo que asomó por el cráter en llamas fue
un pequeño y desvalido topo.
Yo le escuchaba con atención; entonces
añadió:
- Sepa, amigo
juglar, que todos los pregones parecen que van a ser como el volcán, azufre y
fuego hechos palabra y resulta que son todos iguales. Todos comienzan, con un estoy
muy contento de estar hoy aquí, luego dicen gracias por la merced que me
hacéis, continúan maravillados de lo que ha progresado la ciudad, villa, pueblo
o localidad, prosiguen diciendo qué buen
alcalde tenéis, que buenas cosas de aquí producís y se despiden con vivas en
medio de oles y de una gran emoción.
Quede admirado y
suspenso ante las sabias palabras de aquel amigo albañil, cuyas elocuentes
razones me trajeron a la mente los versos del romance de Abenamar referidos a
la alhambra:
El moro que los
labraba cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra, otras tantas se perdía.
Me despedí de él
con un apretón de manos prometiendo darle noticia del buen o mal suceso de mi
pregón en Mansilla y citándolo para después de la fiesta ante una mesa bien
surtida de ricos productos de nuestra tierra.
Zapatero a tus
zapatos, que al buen yantar lo llaman Sancho, entré en mi casa, tome la pluma y
este fue el pregón que ahora comienza: (POESÍA ANTERIOR).
OTRAS ACTIVIDADES DEL ESPACIO DE ORALIDAD Y TRADICIÓN:
Más información en
http://etnoleon.blogspot.com.es/2013/07/pieza-del-mes-julio-2013.html
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